La única época en que me intersé por el boxeo fue cuando 'peleaba' el crédito del barrio: Abel Ricardo Laudonio.
"Pocho" como le decíamos en Parque Chas -el muchacho sencillo con muchos hermanos que vivía en Gamarra al 1100, el mismo que trabajaba en el Banco Provincia en la Sucursal Villa Urquiza, con el que charlaba en los ratos libres en el Club Saber de la calle Llerena, aquel al que la barra del Club El Progreso lo ayudó para viajar a los juegos olímpicos de Roma en 1960 y le regaló el primer pantalón blanco de campeón, el mismo por el que junto a mi 'viejo' me iba al Luna en el 111 o en el camión que salía desde Bárcena (hoy Barzana) y Llerena, el que le ganó a Nicolino Locche, ese mismo que retirado del boxeo instaló un gimnasio, primero en la calle Pedro Morán y luego en Francisco Beiró, en el que atendía sin cargo a muchos chicos con problemas físicos- hoy nos dejó a los 75 años luego de padecer una extensa enfermedad.
De la mano de sus entrenadores Melero y Balcarce fue campeón Olímpico en Roma en 1960 y campeón argentino de peso Mediano.
Sin llegar a ser 'hincha' de Chaca, tenía una gran simpatía por el 'Funebrero' y así fue como en muchas oportunidades compartimos platea en San Martín, sin poder olvidar el gran abrazo en que nos fundimos en la primera fila de la platea de Atlanta cuando Jesús Enrique Roldán marcó el segundo gol de Chaca (el primero lo había hecho Yubatti) en la victoria 2 a 0 ante Independiente en 1965.
Por lo buena persona que fue, por haber sido un ídolo de mi adolescencia y por saberlo simpatizante 'Funebrero', consideré necesario dedicarle este recuerdo, haciendole llegar un fraternal abrazo a sus familiares y allegados en este duro trance.
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